Llegar a casa y encontrarte un paquete de patatas fritas puede parecer algo trivial, pero para un monstruo de las patatas como yo es toda una sorpresa.
Cuando hablo de patatas fritas, hablo de patatas, aceite de oliva y sal (Zemiaki, olei a sol). Nada de sabores añadidos ni glutomato monosódico solo los tres ingredientes mencionados.
Como aquel día que encontré pipas de girasol tostadas con sal, casi se me saltan las lágrimas y es que esas pequeñas cosas son las que al final echas de menos del día a día.
He de decir que Zuzka ha hecho algunos intentos de cocinarlas en casa, pero «no es lo mismo» que unas patatas fritas moyano ;). Aun así es un detallazo.
Luego he de decir que no eran como las patatas fritas de España, supongo que por que no estarán fritas con aceite de oliva, pero es normal teniendo en cuenta que aquí un litro puede costar 5, 6 y hasta 9€ que he visto en algún supermercado, por lo que el oro liquido queda para otros usos culinarios. Al menos para la gran mayoría de eslovacos, ya que en mis continuos viajes a España suelo aprovechar para traer algunos litros de aceite de oliva virgen extra junto con otros aportes culinarios como el queso añejo que aquí no se encuentra.
En Eslovaquia se come bien, no puedo decir lo contrario, de hecho me parece una alimentación bastante variada y la calidad de la verdura una vez llegada la temporada es buena, para invierno suelen hacer conservas con el excedente de los meses de producción, pero por ahora las patatas fritas no las recomiendo para un consumo alto, aunque no te diría que si tienes la oportunidad de experimentar el sabor de una Zemiak frita no lo haga 😉
¿Que os gustaría probar al visitar Eslovaquia?